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Fui a la tienda de mascotas y salí con un dragón de komodo: trabajamos la coherencia y la cohesión.

Actualizado: 22 oct 2019

Para esta actividad cada alumno debía desarrollar el tema propuesto para después fundir su historia con la de un compañero. La meta era conseguir una historia coherente, en la que se hiciese buen uso de conectores y que enganchase a los lectores potenciales. Estas han sido las tres más votadas.


 

1º ESO C: Elisa Barrós y Pablo Corell.

"MI AMIGO EL DRAGÓN"

Hace un mes y medio tenía muchos recados que hacer, entre ellos, ir a la tienda de animales para ver si podía adoptar un cachorro. Entré en la misma y vi que mucha gente murmuraba en una de las esquinas del fondo, me acerqué para divisar qué ocurría y vi un gran dragón de Komodo intentando salir de su enorme jaula. Fui corriendo hacia el encargado de la tienda y le dije que, costase lo que costase, quería ese animal. Entonces lo pagué y me fui con mi nueva mascota a la parada del bus, donde la gente me miraba un poco raro. De repente vi que tenía un trozo de tela roja en la boca y, disimuladamente para que la mujer de al lado no se diera cuenta de que le faltaba un trozo de vestido, se lo quité y lo escondí en mi bolsillo.

Cuando llegué al portal de mi edificio, los desaseados perros del vecino seguían ladrando como siempre. Me metí en el ascensor y llegué a mi casa, donde me di cuenta de que no había comprado la comida necesaria para mi nueva mascota. Entonces dejé todas las bolsas de la compra en el suelo y a mi querido Fusi le permití que fuera a “visitar” a sus nuevos vecinos yendo a “descansar” a su casa, para vengarme por todas aquellas veces en las que tuve que ir detrás de ellos en el ascensor, y oler el desagradable olor de perro mojado. Eso sí, se me olvidó el pequeño detalle de avisarlos.

Fui a la tienda y cogí el pesado saco de comida para dragones, lo pagué y me dirigí a mi casa de nuevo.

Cuando abrí la puerta Fusi ya se encontraba ya allí. Intenté que probara su nueva comida pero sentí que no tenía nada de hambre, me extrañó y entonces me di cuenta de que tenía varios pelos marrones en la boca. Al instante sonó el timbre, abrí la puerta y allí estaban mis vecinos echando fuego por las orejas y preguntando si la bestialidad que se había tragado sus perros había sido mi dragón; preferí desentenderme de todo lo que había pasado y cerré la puerta, segura de que mis vecinos ya no se atreverían a molestarme nunca más. Desde luego Fusi fue una gran compra.


 

1º ESO A: Manuela Anido e Inés Muíño.

"EL REGALO PERFECTO"

La semana pasada fue el cumpleaños de una amiga mía y dado que le gustan mucho los animales, decidí regalarle algo de la tienda de mascotas, y así fue, pero ni en mis mejores sueños pude imaginar lo que a continuación sucedería.

Con las ideas claras, salí de casa, y fui directa a la tienda. Al llegar allí, me sorprendí gratamente, a pesar de que el establecimiento era pequeñito, tenía todo tipo de animales, grandes y pequeños pero ninguno me sorprendió tanto como el que vería más tarde.

Di una vuelta por el comercio, pero no vi nada que me llamase la atención, hasta que el dependiente me comentó que si compraba un pequeño accesorio, venía con un regalo. Yo acepté, y unos minutos más tarde, el señor salió de la trastienda con un enorme y carroñero lagarto de 70 kg: Un dragón de Komodo, el regalo perfecto para ella.


 

1º ESO B: Elena Cairo y Tristan Rodríguez.

"Los problemas con mi dragón de komodo"

Un día fui a echar un vistazo a la tienda de mascotas. Allí vi varios animales que me impresionaron : reptiles, gatos, perros etc. Entonces pregunté al dependiente el precio de estos. El encargado tenía un acento un tanto extraño y no se le entendía casi nada. Después de mucho tiempo intentando comprenderlo, adiviné que eran muy caros.

Fui a otra tienda pero, al llegar vi un cartel que ponía que ahora era online. Busqué en mi ordenador y encontré un juguete precioso para mi futuro perro, por lo tanto decidí comprarlo. Al día siguiente, había llegado mi pedido:me di cuenta de que era un dragón de Komodo, no sabía lo que hacer con él, aunque tenía juguetes de sobra ¡hasta un trajecito! Llamé a la empresa y el tiempo que tardaron en venir a buscarlo, lo dejé en la habitación más apartada de la mía, dado que podía atacarme. Estos bichos no son demasiado amigables.

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